Asomada en la tormenta que eran tus ojos,
divise lo oscuro de tu cielo
y aun así no pude huir de ti,
caí en tus labios, recreandome en tu cuerpo
encontrando mi lugar tal cual ave a su nido después de un largo viaje;
pero los silencios son el plato fuerte del presente,
y la complicidad solo dejo arrugas en las sabanas
del libro de visitas de tu vida.
Suspendida en el tiempo de esta tormenta de emociones
estoy, esperando que llegue un
borrador mágico en la memoria de esta piel
y alimente mi futuro rescatandome
de la hoguera en la que me dejaste,
rogándole a la noche que te aleje de mis pensamientos,
y al día, no tropezarme con tu mirada.
